Entrevista a Eugenio Zaffaroni
El miembro de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, advirtió que estamos inmersos en un modelo de governance que postula como sinónimos delincuencia, pobreza y adolescencia.
¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación en la creación del imaginario de inseguridad?
No hablaría de responsabilidad, sino de una táctica que desde hace algunas décadas viene siendo en los Estados Unidos la forma de manejar la política por el miedo. En distintas épocas se manejaron distintos temores: en la época de Nixon se manejaba el miedo al cáncer, el miedo al delito, la ley y el orden y la guerra nuclear. En las últimas décadas, las administraciones republicanas como forma de Goverment manejaron el temor a la criminalidad violenta. Últimamente este miedo se identifica con el terrorismo. La amenaza no está afuera sino que convive con nosotros. Cuando se manipula la construcción de la realidad y la experiencia cotidiana se vuelve tan dispar, se convierte en disparate. Cuando sale un político a decir que hay que sacar al ejército a la calle para reestablecer el orden, la confiabilidad en la transmisión se deteriora.
¿Cuál es el imaginario que se crea entonces?
Una cosa es la realidad y otra es la manipulación. Lo que se maneja políticamente es un temor a la criminalidad violenta asociado a estereotipos, y éste es el criminal violento pobre, joven y adolescente. Esta fragmentación genera un alejamiento de las clases medias respecto de los sectores menos favorecidos. Da la impresión que cada pibe pobre es un asesino en potencia. Se llega a decir que el mayor grado de homicidios es cometido por adolescentes de 14 o 15 años, en realidad no hay datos fehacientes que corroboren esa afirmación.
¿Cuál es la lectura de la realidad, entonces?
Lamentablemente no conocemos la realidad. Tenemos una sensación de que hay una mayor frecuencia de determinados delitos, pero tampoco existe un brote de homicidios dolosos en la calle. El mayor riesgo de muerte violenta en la argentina es el homicidio de tránsito vial, luego los suicidios, los homicidios intrafamiliares, intragrupales, entre conocidos. De cualquier manera en delitos contra la propiedad mas o menos violentos no tenemos una estadística o datos cuantificables. Daría la impresión de que a nadie le interesa operar sobre la realidad, no se toman el trabajo de hacer técnicamente un cuadro de situación, entonces estamos tratando de prevenir un fenómeno que no conocemos y eso lleva a inversiones presupuestarias absurdas.
¿Cómo pensamos entonces una política de seguridad?
El problema es que no conviene ni interesa a nadie, ya que hacer una política de Estado en materia de seguridad es también hacer una política de estado en redefinición de un modelo de policía. Se inicia hoy y se verá el resultado en 10 años y esos no son los tiempos de la política. El tiempo de la política esta condicionado por la elección que viene, y el Estado se transforma más bien en un espectáculo, ya que lo que interesa es la proyección mediática que del hecho en sí. Lamentablemente no tenemos una política de Estado, y lo mediático responde a una governance que va acompañada de un fundamentalismo moral: no se reconoce que haya factores sociales de la violencia sino a meras decisiones de carácter individual.
¿Las reformas penales sirven?
Se buscan soluciones de tipo retributivo que se pretenden hallar en la ley, y lo único que se hace es destruirla a través de enmiendas absurdas al código penal, que ya no es un código, sino un montón de artículos deshilvanados. El código es una ley orgánica y esto de orgánico no tiene nada, está fragmentado, es un montón de disposiciones que alteran todos los valores que emergen de la Constitución, donde vale más la propiedad que la vida. No tiene ningún efecto práctico en materia preventiva, a los asesinos, violadores se los persigue con papelitos. Centrar todo en el delito violento tiene la ventaja de esconder otros aspectos del tema. En Argentina el peor delito es ser pobre: funciona como si delincuencia, pobreza y adolescencia fueran la misma cosa. Pero es una governance, no es algo que se le ocurre a alguien ni lo inventamos en Argentina.
¿Que características tiene este modelo de governance?
El modelo de governance se mueve a través del temor al delito, que genera una moral retributiva de responsabilidad exclusivamente individual. No es un modelo que se queda exclusivamente en el estado o en el sistema penal, sino que va cambiando todas las instituciones: la escuela, la universidad, el hospital, se le mete en la cabeza de la gente el modelo punitivo de responsabilidad exclusivamente personal, a través de la publicidad.
¿Qué responsabilidad tiene el sistema policial, en este contexto?
Es un tema complicado pero no es exclusivo de la provincia de Buenos Aires. Tenemos un conglomerado de 13 millones de personas, la Policía de la Provincia de Buenos Aires en un sector, la Federal en otro, la Policía que se está armando en la Ciudad de Buenos Aires en otro; y no tenemos un modelo. Daría la impresión que hay decisiones que carecen de sentido: que la Policía Federal se esté ocupando de los carteristas de la Ciudad de Buenos Aires es raro. Que la ciudad de Buenos Aires no tenga comunas, es raro. Que por la falta de comunas una eventual policía local no tenga control comunitario, es raro. Que en la provincia de Buenos Aires aparezca uno y diga que hay que meter balas, son cosas que carecen de sentido. La incidencia del personal de fuerzas de seguridad en el delito, en homicidios intrafamiliares es grave también.
¿Cómo se conjugan todos estos factores?
Hay una estratificación de la victimización, la criminilización y una politización que se mueven hacia el mismo lado. De donde se seleccionan los policías, los criminalizados y los victimizados son del mismo sector. No creo en las conspiraciones, pero esta es una táctica de control de exclusión que es funcional, porque en la medida en que se maten entre los pobres en consecuencia no dialogan, no tienen conciencia, no molestan, no pueden organizarse, no tienen protagonismo y se neutralizan. Pensar que el control de la exclusión va a venir por los cosacos del Zar, no tiene sentido. No hay cosacos ni zar. El control viene por el aumento de contradicciones dentro de los mismos segmentos sociales.
Fuente: Oxigeno (Rev.Oficial GEN).
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Hace 9 años.
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